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martes, 27 de agosto de 2019

"Dr., tengo un sueño que no se me quita"

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Es normal encontrarse cansado a veces. Tras estar trabajando intensamente todo un día, cuidando de los hijos o estudiando para los exámenes finales, el cuerpo se fatiga y necesita un buen sueño reparador.

Dormir es una de las mejores curas, dado que ayuda a regenerar el organismo, calma la mente y el cuerpo y permite estar desconectado durante unas horas. Sin embargo, las ganas de dormir pueden ser un problema si se experimentan durante todo el día a lo largo de varias semanas. Pueden ser el indicador de que algo no anda como debería y es necesario ver qué es lo que sucede.

Por eso, hay mucha gente que considera esto una señal de alerta y se hace una pregunta típica con la que a menudo acuden a la consulta del psicólogo: ¿por qué solo tengo ganas de dormir?Vamos a ver cuáles pueden ser las causas detrás de estas ganas de descansar llevadas a un extremo, además de ver algunas estrategias y buenos hábitos para hacer frente a esta situación.

"Solo tengo ganas de dormir": posibles causas

Cuando solo se tienen ganas de dormir y este problema se prolonga por mucho tiempo es posible que haya un problema al que se le debe prestar importancia.

En principio, dormir es algo necesario para que el organismo pueda recuperarse. Mientras se está dormido, el organismo segrega la hormona del crecimiento, la cual, además de contribuir en el desarrollo del cuerpo, ayuda a regenerarlo. Al alcanzarse el sueño profundo el organismo adquiere una situación de profunda calma y tranquilidad, lo cual permite desconectarnos del estrés del día a día, además de servir para poder reestructurar el pensamiento y poder dar lo máximo de nosotros al día siguiente. Es por todo esto que dormir bien es tan importante, dado que nos permite hacer frente a las demandas cotidianas y llevar una vida plena y feliz.

La falta de sueño es algo acumulativo. Sacrificar horas de sueño por la noche repercute en el día siguiente. El organismo necesita recuperar las horas que no se han dormido. Si esta situación se repite de forma continuada por un largo período de tiempo, se puede llevar a una situación de hipersomnia bastante grave, en la que interferirá en la vida laboral y familiar de quien la padece al dormirse en la oficina o no poder pasar tiempo con sus seres queridos porque necesita urgentemente una siesta.

Además de no tener una buena higiene del sueño, se puede dar el caso de que se tenga un estilo de vida con malos hábitos. La falta de hidratación, además de tener una dieta en la que abundan los azúcares y escasean los nutrientes pueden llevar a un estado de desnutrición que produzca fatiga y somnolencia diurna.

El estrés no es un buen amigo del sueño. El estar viviendo por un proceso en el que hay ansiedad puede dificultar conciliar un buen sueño nocturno. Tras estar tumbado durante horas sin poder dormir, al llegar el día, aparecen las ganas de dormir de golpe, cosa que no se puede satisfacer si se tienen una vida laboral u otras obligaciones que se deben realizar durante el día. Otra cosa que puede ocurrir es que se logre dormir, pero no de forma profunda y, por tanto, no se beneficia de un sueño reparador.

Trastornos relacionados con el exceso de sueño

Además de todas las causas aquí comentadas, más de tipo conductual y relacionadas con unos hábitos de salud inadecuados, cabe indicar que los trastornos psicológicos y las enfermedades médicas también pueden estar detrás de querer dormir todo el día.

La depresión es uno de los trastornos mentales en los que es más frecuente que la persona manifieste síntomas de hipersomnia. Las personas que sufren de un estado anímico deprimido pueden dormir más de lo que es normal, yéndose pronto a la cama y despertándose bastante tarde al día siguiente. Dormir muchas horas puede ser una forma de “hacer desaparecer” su problema durante un rato. Otra razón por la que se puede hacer esto es que dormir, para algunas personas, es lo más parecido a estar muerto.

La hipersomnia, como trastorno en sí, es el hecho de tener gran necesidad de dormir durante el día, sin que el sueño nocturno se haya visto afectado. Es habitual que se de cuando se está ante una situación monótona, aunque las veces que se bosteza y se siente la necesidad de echar una cabezada es preocupante. Además, si se duermen durante el día, puede que el sueño no sea del todo reparador.

El síndrome de Kleine Levine es otro trastorno del sueño, muy poco común, que se da habitualmente en hombres. Quienes lo manifiestan pueden sufrir episodios una vez al año en los que se pasan entre 16 y 18 horas seguidas durmiendo.

Otro caso es la narcolepsia, en el que se pasa de estar despierto a estar dormido rápidamente y de forma súbita, aunque este sueño es reparador y dura unas 2 o 3 horas, pese a lo peligroso que resultan estos ataques de sueño si se está conduciendo, por ejemplo.

Entre las enfermedades médicas asociadas a problemas con el sueño están la anemia, la diabetes, enfermedades cardiovasculares y sufrir obesidad mórbida. Además, el abuso de según qué sustancias, como lo son la marihuana, pueden contribuir a tener unas extremada necesidad de dormir.

¿Qué hacer ante tanto sueño?

Hay diferentes formas de hacer frente a esta gran necesidad de querer dormir, sin embargo estas no van a ser muy efectivas si primero no se averigua cuál es el origen de aquello que lo causa. A continuación explicamos algunas estrategias para poder disminuir las ganas de dormir durante el día.

1. Consumo de cafeína

Por todos es sabido que bebidas como el café o el té son activadoras. La cafeína es una sustancia excitadora que puede ser la aliada para hacer frente a un día agotador y atrasar las ganas de dormir.

No obstante, es importante indicar que, pese a que no es una sustancia peligrosa, sí que es adictiva y consumirla en grandes cantidades puede tener como efecto rebote no poder dormir por la noche, provocando todavía más ganas de dormir al día siguiente. En la moderación está la clave.

2. Organización y disciplina

Muchas veces, los estudios y el trabajo pueden descontrolarse, llegando el día en el que tenemos que entregar un trabajo o un informe y que, pese a que nos dieron mucho tiempo de antelación para preparlo, nos toca hacer el día antes de su entrega. Debido a esto, trabajamos hasta bien tarde, sacrificando horas.

Seamos sinceros, la culpa de esto es nuestra. La mejor forma de evitar este tipo de situaciones es organizarse y tenerlo listo con la suficiente antelación como para no tenernos que preocupar hasta las tantas de la madrugada.

Si nos vamos a dormir cuando debemos, disfrutaremos de más horas de sueño, podremos alcanzar con mayor facilidad el sueño profundo y disfrutaremos de un sueño reparador.

3. Meditación, ejercicio y relajación

No es un misterio que la meditación ayuda a calmar el cuerpo y la mente. Meditar o practicar técnicas de relajación antes de irse a dormir puede ayudar a destensar el cuerpo, facilitando un mejor sueño.

Si se duerme bien por la noche, es más probable que al día siguiente no se sufran tantas ganas de querer ir a dormir.

El ejercicio físico, especialmente el cardiovascular, ayuda a segregar endorfinas en el cerebro que inducen a una sensación de bienestar y menos estrés. Esto ayuda a conciliar el sueño y permite despertarse al día siguiente totalmente recuperado y con energías.

4. Alimentación sana

La desnutrición y la deshidratación pueden estar detrás de sentir mucho sueño durante el día. Una dieta rica en frutas y verduras, además de consumir en cantidades saludables proteínas, carbohidratos y grasas, ayuda a que el organismo cumpla con todas sus funciones básicas.

Para evitar tener ganas de dormir durante todo el día es recomendable empezarlo con un desayuno equilibrado dado que, pese a que ya se ha desmitificado lo de que es la comida más importante del día, sí que es cierto que se trata de la primera comida.

5. Acudir a profesionales

Si la causa detrás de este problema es un trastorno del estado anímico o una enfermedad médica como es la anemia, es muy importante acudir a un psicólogo o médico para que pueda elaborar un diagnóstico y un tratamiento adecuado.

Entre los tratamientos que se pueden utilizar, se ha apuntado que la terapia lumínica puede ayudar a reajustar los ciclos circadianos, los cuales son la clave para poder disfrutar de un sueño saludable.

Si te interesa conocer otros aspectos sobre el tema, síguenos en nuestro espacio radial DE SALUD Y ALGO MAS, Santomé FM, la 100.7; sábados 11:00 de la mañana. 

Dr. Arnulfo Mateo (Hijo)
Médico Internista y Psiquiatra
CENTRO MEDICO ANACAONA
Tel. 809-557-4714/ Cel. 809-480-0908.

sábado, 24 de agosto de 2019

"Cerebro Envidioso"

Cuando el cerebro siente envidia se libera dopamina y adrenalina, que bloquean la corteza prefrontal, encargada del razonamiento (Archivo)
Cuando el cerebro siente envidia se libera dopamina y adrenalina, bloquean la corteza prefrontal, encargada del razonamiento, así, no entendemos cuando se nos explica algo y tomamos decisiones incongruentes, en las que nada nos hará cambiar de idea, explica un neuropsiquiatra.

La envidia es un proceso natural del cerebro que todos hemos sentido alguna vez. Antes de los 30 años, este sentimiento se considera normal, pero después de esta edad, es menos común, explicó Eduardo Calixto González, profesor de la Facultad de Psicología de la UNAM.

Esto se debe a que la envidia surge en varias partes del cerebro, y una de éstas es en la corteza prefrontal, órgano que en la juventud se encuentra en desarrollo y le falta madurar.

La corteza prefrontal es la región del cerebro más inteligente, maneja el razonamiento moral, de proyección social y se ubica arriba de los ojos. "Nos indica qué debemos hacer socialmente".

Cuando esta parte madura (regularmente es a los 30 años) las personas tienen un criterio diferente y no se enganchan en asuntos que no valen la pena. "De hecho, los individuos pueden llegar a sentir envidia prosocial (positiva o de la buena), porque su corteza prefrontal está desarrollada y hasta sienten un gusto porque los demás obtengan algo".

Posteriormente, se vuelve a presentar con frecuencia después de los 70 años. Y de hecho, a los 50 años una persona ya no siente envidia, no le importa porque las comparaciones son de otra categorización.

En los casos de aquellas personas que tienen este sentimiento después de los 30 años podría deberse a dos causas: en la primera, su corteza prefrontal todavía está en desarrollo y no ha terminado de establecer las conexiones entre sus neuronas y en la segunda los padres no los educaron bien.

La envidia se aprende

A nivel cerebral, la envidia activa redes neuronales que procesan atención, memoria y dolor, añadió el también jefe del Departamento de Neurobiología de la Dirección de Investigaciones de Neurociencias del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente.

Se trata de un proceso neuronal aprendido desde las primeras etapas de la vida y regularmente se siente con los hermanos. "Esto se da porque el cerebro no está capacitado para sentirse devaluado o no querido. Todos nacemos y queremos sentir que nos ponen atención y nos quieren, porque nuestro cerebro festeja al generar reforzamientos positivos", explicó Calixto González.

¿Qué pasa en el cerebro?

Cuando el cerebro siente envidia se libera dopamina y adrenalina, que bloquean la corteza prefrontal, encargada del razonamiento. "No entendemos cuando se nos explica algo y tomamos decisiones incongruentes, en las que nada nos hará cambiar de opinión".

De hecho, el estado neuroquímico es de efusividad, enojo y una conducta irreflexiva de desproporción ante el hecho, que además magnifica todo. En estos casos, lo mejor es esperar de 20 a 30 minutos para que las sustancias químicas se desvanezcan y la persona se calme. Con esto, la corteza prefrontal podrá asimilar los conceptos.

"De otra manera, si uno quiere hacer entender a la persona en ese preciso instante, sólo se perderá el tiempo".

Surge porque algo nos molesta o duele en nosotros en comparación con otros 

"Siempre que generamos envidia es porque algo nos molesta y nos duele. Es una comparación de nosotros mismos con otra persona; nos enseña lo vulnerables que somos y, al mismo tiempo, nos hace ver lo que admiramos de una persona y no tenemos esa capacidad. Por tanto, nos hace sentir menos preparados".

No obstante, el especialista resalta que este sentimiento bien enfocado puede ser el motor para esforzarse y superarse. Aunque la mayoría de nosotros intentamos disuadir esa molestia de que algo no está bien y nos molesta de nosotros. 

Pocas veces se usa esa energía para mejorar.

De hecho, añadió el profesor universitario, ponemos atención a lo que nos atrae. "Si no nos llamara la atención, no tendríamos envidia". Además, es subjetiva. "Lo que a mí me causa envidia, tal vez a ti no y ese proceso también depende de la edad; entre muchos más factores".

Si te interesa conocer otros aspectos sobre el tema, síguenos en nuestro espacio radial DE SALUD Y ALGO MAS, Santomé FM, la 100.7; sábados 11:00 de la mañana. 

Dr. Arnulfo Mateo (Hijo)
Médico Internista y Psiquiatra
CENTRO MEDICO ANACAONA
Tel. 809-557-4714/ Cel. 809-480-0908.

viernes, 23 de agosto de 2019

"Ambiente tóxico y Salud Mental"


Un estudio realizado por científicos de la Universidad de Stanford, Estados Unidos, encontró una fuerte asociación causal de la contaminación del aire con enfermedades mentales, como trastorno bipolar y depresión.

Los investigadores analizaron datos de 151 millones de personas en Estados Unidos y 1.4 millones en Dinamarca, que incluyeron ingresos, origen étnico y afecciones de salud, y posteriormente relacionaron los datos atmosféricos con las reclamaciones de seguros médicos.

Los resultados, publicados en la revista especializada PLOS Biology, mostraron que diversos problemas de salud relacionados por la contaminación del aire, como padecimientos respiratorios, pero también revelaron una incidencia consistente sobre la salud del cerebro.

Los investigadores sugieren que la polución podría estar relacionada con afecciones de salud mental, principalmente depresión y trastorno bipolar, aunque aún no se ha demostrado un vínculo causa-efecto entre la contaminación y las tasas más altas de esquizofrenia y trastornos de personalidad.

Explican que un factor obvio de este lazo es el ruido del tráfico, debido a que éste aumenta el estrés y empeora la calidad del sueño, además de que las partículas contaminantes suspendidas de menos de 2.5 micras (PM2.5) pueden atravesar la barrera hematoencefálica y afectar potencialmente al cerebro.

También consideran que la contaminación desencadenaría una respuesta de estrés en el cerebro, o bien, causaría cambios epigenéticos que alteran el equilibrio de las sustancias químicas cerebrales.

El equipo investigador indicó, sin embargo, que son necesarios más análisis para corroborar los vínculos causales y determinar la forma en que se produce.

Si te interesa conocer otros aspectos sobre el tema, síguenos en nuestro espacio radial DE SALUD Y ALGO MAS, Santomé FM, la 100.7; sábados 11:00 de la mañana. Vía online http://santome.caster.fm/

Dr. Arnulfo Mateo (Hijo)
Médico Internista y Psiquiatra
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miércoles, 21 de agosto de 2019

"Aprender a pensar en el pasado"

Examen escolar.

Muchos de nosotros disfrutamos escribiendo un diario, leyendo autobiografías o reflexionando nostálgicamente con otros sobre el pasado. ¿Pero por qué recordar nuestro pasado es tan importante? ¿Existen inconvenientes? ¿Y qué podemos hacer si pensar en el pasado nos atormenta?

Durante varias décadas, investigadores han mostrado que recordar el pasado es fundamental para el ser humano, y tiene cuatro funciones importantes.

1. Los recuerdos ayudan a construir nuestra identidad.

Nuestros recuerdos personales nos ofrecen una sensación de continuidad, la de la misma persona moviéndose a través del tiempo. Éstas nos proveen de importantes detalles sobre quiénes somos y quiénes nos gustaría ser.

2. Nos ayudan a resolver problemas.

Nos ofrecen soluciones potenciales para problemas actuales y sirven como guía a la hora de afrontarlos.

3. Nos hacen sociables.

Son esenciales para la interacción social. Ser capaces de recordar vivencias personales supone un material importante a la hora de hacer nuevos amigos, construir relaciones y mantener las que ya tenemos.

4. Nos ayudan a controlar nuestras emociones.

Nuestros recuerdos proveen ejemplos de otras situaciones similares que ya hemos vivido. Esto nos permite reflexionar sobre cómo manejamos una emoción en el pasado y qué podemos aprender de esa experiencia.

Este tipo de recuerdos nos ayudan también a manejar emociones negativas fuertes. Por ejemplo, cuando alguien se siente triste, puede tomarse un tiempo y pensar en una vivencia positiva para mejorar el ánimo.
Los recuerdos y la sociedad

Fijarnos en nuestros recuerdos personales no solo nos ayuda como individuos. También nos permiten operar dentro de nuestro contexto socio-cultural, ya que éste también influye en la manera que recordamos nuestro pasado.

Por ejemplo, en las culturas individualistas occidentales, las personas tienden a recordar vivencias largas, específicas y detalladas que se centran en el individuo.

Por el contrario, en las culturas de Asia oriental, las personas recuerdan más experiencias basadas en la interacción social y otras personas importantes.

Investigadores han notado estas diferencias en niños y adultos. De hecho, la forma en que los padres debaten sobre eventos pasados con sus hijos también difiere culturalmente.

Los padres de culturas occidentales se centran más en los niños y sus pensamientos y emociones que los padres del oriente asiático. Así que también existen diferencias en la manera en que enseñamos a nuestros hijos a rememorar el pasado.

La cultura occidental tiende a recoger momentos únicos específicos que reafirman el carácter especial de alguien, un valor propio de esta cultura.

Sin embargo, en las culturas de Asia oriental, los recuerdos funcionan para ayudar en la relación y la conexión social, un valor enfatizado en las culturas de esta parte del continente.
Los recuerdos y la salud mental

Como recordar el pasado juega un papel crucial en nuestro funcionamiento como humanos, no es sorprendente que trastornos sobre cómo recordamos desemboquen en varios desórdenes psicológicos.

Las personas con depresión, por ejemplo, tienden a recordar más recuerdos personales negativos y pocos positivos que las personas que no sufren depresión. Por ejemplo, alguien con depresión retiene más haber suspendido un examen que sus otros logros académicos.

También, a las personas depresivas les cuesta recordar vivencias sobre un lugar o un momento específico. Por ejemplo, en vez de decir "realmente disfruté la fiesta de Sam el pasado jueves" proveen experiencias generales como "me gusta ir de fiesta".

Hemos encontrado que los individuos con depresión frecuentemente estructuran la historia de sus vidas de forma distinta y cuentan más las experiencias negativas. También recuerdan periodos de sus vidas, como ir a la universidad, como meramente positivos o negativos en vez de una combinación de ambos.

Las perturbaciones en la memoria son también características del trastorno de estrés postraumático. Esto sucede cuando recuerdos personales angustiosos y no deseados del trauma aparecen en la mente de forma espontánea.Las personas con trastornos de ansiedad también tienden a tener prejuicios al recordar su pasado personal.

Por ejemplo, todos nosotros, desafortunadamente, experimentamos situaciones embarazosas alguna vez, como tropezar al subir a un autobús o derramar una bebida en una fiesta. Sin embargo, las personas con ansiedad son más susceptibles a consumirse en sentimientos de vergüenza y pena al revivir estas experiencias. Finalmente, una excesiva y repetitiva fijación en el pasado, sin generar soluciones, puede ser poco constructivo.

¿Qué puedo hacer si no quiero que el pasado me atormente?

Si el pasado te atormenta, estos consejos te pueden ayudar.

Reserva un momento del día para tus recuerdos

Puedes escribir un diario o apuntar tus vivencias. Escribir sobre experiencias personales de una forma emotiva durante tan solo 15 minutos al día puede mejorar tu salud física y mental.

Practica recordar experiencias positivas.

Esto te permite conectar de forma distinta con tus recuerdos y obtener una nueva perspectiva sobre los mismos.

Aprende y practica estrategias de atención plena.

En vez de fijarnos en situaciones dolorosas, centrarse en el presente (nuestra respiración o lo que en el momento podemos ver, oler o escuchar) puede ayudar a romper un ciclo negativo. Cuando recuerdes el pasado, intenta ser activo y generar ideas para resolver problemas en lugar de comportarte pasivamente. Visita tu médico de cabecera si estás angustiado por pensar en el pasado.

Dr. Arnulfo Mateo (Hijo)
Médico Internista y Psiquiatra
CENTRO MEDICO ANACAONA
Tels. 809-557-4714/ 809-480-0908.
Fuente:www.bbc.com

viernes, 16 de agosto de 2019

"Gaslighting, sutil manipulación emocional"

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El gaslighting es un tipo de manipulación emocional en el que una persona intenta cambiar la realidad de otra para confundirla y tener un mayor control sobre ella. 

El gaslighting –en castellano hacer luz de gas– no es un concepto nuevo, este mecanismo de manipulación emocional, que consiste en hacer pensar a la otra persona que su realidad esta alterada y que llegue a dudar de su propia percepción, lleva siendo estudiado durante años por los psicoanalistas. Esta técnica, que se caracteriza por ser lo suficientemente sutil para generar dicha confusión, suele ser llevada a cabo por personas muy cercanas, como un familiar o la propia pareja, y suele prolongarse bastante en el tiempo, ejerciendo un progresivo desgaste a base de pequeños comentarios y mentiras.

Para entender mejor este término vamos a hacer referencia al argumento de la película estadounidense Gasligth (1944) –Luz que agoniza, en su versión en castellano–. En ella, el marido de la protagonista manipula su realidad, cambiando cosas de lugar y atribuyéndole dichos actos a su mujer o negando haber tenido conversaciones juntos que ella recuerda, con el fin de que crea que tiene un problema mental y así poder quedarse con su fortuna.

En gran parte, este tipo de técnica de manipulación emocional consiste en persuadir a la otra persona para que dude de lo que ve, dice o hace, de esta manera se puede tener un mayor control sobre ella, ya que la víctima tiende a encontrarse confundida, lo que deriva en una dependencia todavía más notable a su verdugo.

Según nos ha contado el Dr. José Félix Rodríguez, presidente de la Asociación Española para el Fomento y Desarrollo de la Psicoterapia (AEFDP), esta manipulación está relacionada con la identificación proyectiva, una técnica en la que una persona atribuye varias o una de sus características que no le gustan a otra persona, descargando su ira sobre ella con el fin de sentirse mejor consigo mismo.

Casi todos hemos hecho esto alguna vez, pagar los platos rotos con alguien cercano, por lo general identificada como más débil, sin embargo, esta situación se convierte en propia de un gaslighting cuando se alarga en el tiempo y el nivel de manipulación es elevado, explica el experto en psicoterapia.

Este comportamiento de manipulador es propio de personas con trastornos de la personalidad y especialmente en antisociales (psicópatas), gente con trastorno límite de la personalidad o personas narcisistas, con un alto concepto de sí mismos, las cuales escogen a su víctima, que suele tener una personalidad sumisa, con una autoestima baja o tendente a la culpabilidad.

Si deseas saber más sobre este interesante tema, no te pierdas DE SALUD Y ALGO MAS, sábados a las 11:00 de la mañana en Santomé fm, la 100.7; también puedes seguirnos via online por el siguiente enlace http://santome.caster.fm/

Dr. Arnulfo Mateo (Hijo)
Médico Internista y Psiquiatra
Centro Medico Anacaona, San Juan de la Maguana
Teléfonos: 809-557-4714 y 809-480-0908.