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domingo, 18 de marzo de 2018

"Importancia de dormir ocho horas diarias para el cerebro"



Durante la noche, cuando las personas se van a dormir, el cerebro comienza una serie de procesos que son fundamentales para su funcionamiento correcto en el día a día, tanto para el almacenamiento de recuerdos y eliminación de aquellos detalles que no son necesarios, como para evitar la tendencia a patologías cardiovasculares o problemas de salud más graves.

Leonardo Serra, neurólogo docente de la Facultad de Medicina de la Universidad del Desarrollo (Chile), asegura que "cuando tenemos privación de sueño y el cerebro se pone literalmente más lento, predominan las ondas Theta".

Para los adultos es recomendable tener entre siete a ocho horas diarias de sueño, con un mínimo de seis; mientras que para los niños y adolescentes, es necesario descansar entre nueve a diez horas cada día, una marca que muchas veces es obviada por las personas e intentan "recuperar el sueño" con pequeñas siestas durante el día, algo que no es favorable para el organismo.

Así lo detalla el especialista, ya que cuando "cortamos la última etapa del sueño, y aunque tratemos de compensarlo con la siesta, aquí no empezamos el sueño REM (que dejamos interrumpido la noche anterior), sino que empezamos desde el comienzo otra vez".

Y es precisamente este momento del sueño, la etapa REM, la que es fundamental en el descanso. "Existe una sucesión de etapas de sueño y no todas son iguales. Existen las que son más superficiales: 1 y 2, que son un poco más rápida, tienen actividad que están en el rango Alfa; pero después está la etapa de sueño 3, que es una actividad que es Delta, que es muy lenta y donde todo el cerebro está sincronizado".

Esta tercera fase del descanso "es fundamental para preparar el cerebro para poder sincronizarse y transmitir los episodios de recuerdos que se han generado durante el día hacia las zonas de circuitos de largo plazo", explica Serra.

Es justamente después de esto que ingresamos a la tan popular "fase de sueño REM", cuando "la actividad cerebral es muy rápida, como en vigilia, pero es una actividad desincronizada y es en esa etapa cuando se liberan las memorias que no son útiles para el cerebro, porque si no estaríamos sobrecargados de información que es innecesaria".

Cuando estos periodos de descanso no se cumplen, el cuerpo puede enfrentar -a nivel físico- problemas de "obesidad, resistencia a la insulina, aumenta la presión arterial y cuando la falta de sueño es crónica, menos de seis horas diarias, la gente se enferma y se muere más de causas vasculares".

Mientras que desde un punto de vista cognitivo, "la gente anda más lenta. Los niños pueden parecer que tienen déficit atencional; y en lo emocional, se anda más irritable, anda más sensible, tienen más cuadros de angustia, de ansiedad, de estrés y de depresión".

Dr. Arnulfo Mateo (Hijo)
Medico Internista y Psiquiatra
Centro Medico Anacaona
Tel. 809-557-4714

miércoles, 7 de marzo de 2018

"La razón real por la que después de adelgazar, recuperas lo perdido"



Tras el ejercicio, lo más normal es que sientas un gran apetito. El cuerpo pide a gritos una nueva ingesta de alimentos para aliviar el hambre voraz. Es en estos momentos cuando tu fuerza de voluntad será clave para lograr el éxito de tu empresa y que se cumplan los objetivos que te propusiste en un inicio. 

Lo primero, no te sientas culpable por tener tantas ganas de pegarte un atracón justo cuando ya habías comenzado a notar los resultados del ejercicio realizado. La razón está en que tu cuerpo siente hambre de forma constante una vez has perdido una gran proporción de peso, según un estudio de la American Physiological Society publicado en 'Men's Health'.

El apetito responde a una razón evolutiva: cuando pierdes mucho peso, tu cuerpo lo procesa como una amenaza para tu supervivencia

Los investigadores contaron con la participación de 40 voluntarios con un índice de masa corporal mayor de 40 que asistieron a cinco sesiones de pérdida de peso de tres semanas durante dos años. Para ello, los participantes fueron sometidos a un ejercicio físico diario y una alimentación sana y equilibrada. Los científicos les hicieron un análisis de sangre para medir sus niveles de leptina (conocida como 'hormona del hambre') después de tres períodos: un mes, un año y dos años después del inicio del experimento. A su vez, las sensaciones de plenitud y saciedad también quedaron registradas.

El resultado fue que todos los pacientes perdieron peso, pero a pesar de que lo pudieron mantener dos años después, el hambre infinita se apoderó de ellos en los períodos de uno y dos años. Los expertos lo atribuyen a una reacción evolutiva: cuando pierdes mucho peso, tu cuerpo lo procesa como una amenaza para tu supervivencia, por lo que tus hormonas del hambre se activan para indicar que necesitas imperiosamente llevarte algo de alimento a la boca.

"La mayoría de las personas fracasarán en sus programas de dieta y ejercicio para perder peso", explica el especialista en obesidad Spencer Nadolsky, autor de 'The Fat Loss Prescription'. "Hay varias razones para esto, pero el apetito es la más importante". Pero esto no significa que tu dieta esté irremediablemente condenada al fracaso: los participantes comieron más a menudo durante el estudio, de cinco a seis veces al día en lugar de tres, lo que podría haber bajado los niveles de apetito si no estuvieran acostumbrados a comer de una forma tan frecuente.

El melón, las bayas y las legumbres te serán de gran ayuda para saciar el hambre sin ganar peso

El lado positivo es que, a pesar de sus ansias por comer, los participantes del estudio lograron mantener la mayor parte del peso perdido. Sin embargo, la lucha contra el hambre puede ser difícil a largo plazo, especialmente si lo haces solo y por tu cuenta. Aquí te ofrecemos algunos consejos del doctor Nadolsky dirigidos a aquellos que, a pesar de haber logrado reducir su peso, lo único en lo que piensan es en comer.

Optimiza tus comidas

Las proteínas y las fibras son tus mejores aliados. Ambos ralentizan la digestión, lo que te hará mantener la sensación de saciedad durante más tiempo. Cuando el hambre te azote, aumenta la ingesta de proteínas en aproximadamente 10 gramos por cada comida y duplica la cantidad de verduras sin almidón. Consigue un alto volumen de carbohidratos ricos en fibra y bajos en calorías. El melón, las bayas y las legumbres te serán de gran ayuda. "Elimina el hambre a partir de menos comidas al día pero mucho más abundantes", aconseja Nadolsky.

Bebe mucha agua

Antes y después de comer, señala el doctor. Si tu estómago está lleno de agua, te sentirás lleno más rápidamente y dejarás menos espacio para la comida extra. De hecho, las personas con sobrepeso que bebieron medio litro de agua 30 minutos antes de comer durante 12 semanas, perdieron casi un kilo y medio más que aquellos que no lo hicieron.  La revista 'Obesity Society' comprobó que esta técnica sirve para sentirte más lleno y comer menos para mantener tu peso.

Prueba con medicamentos

Si aun así las otras dos tácticas no te sirven, el hambre se te hace insoportable y mantener el peso perdido ya es algo inevitable, "utiliza medicamentos supresores de apetito para ayudarte en tu lucha contra el deseo de comer", argumenta Nadolsky. Estos fármacos se dirigen a receptores en el cerebro del apetito. En realidad, solo se recetan a personas que necesitan perder peso a toda costa porque su salud está en riesgo, debido a los posibles efectos secundarios, entre los que se encuentran "fatiga, mareos o estreñimiento". Busca a un especialista en medicina de la obesidad y consulta a tu médico de cabecera antes de someterte a un tratamiento.

Fuente: www.elconfidencial.com