Desde hace tiempo sabemos por experiencia que existe estrecha relación entre emociones y padecimientos cutáneos o de la piel, tanto así que sensaciones intensas y prolongadas como depresión, ansiedad y estrés pueden comenzar o agravar sus síntomas, sin olvidar que algunas afecciones dermatológicas llegan a desencadenar tristeza en quien las padece.
Es verdad que la aparición de vitiligo puede originar malestar emocional y que esto, a su vez, acentúa los síntomas; sin embargo, también es cierto que la combinación de recursos médicos y psicológicos resulta eficaz para contrarrestar esta enfermedad y mejorar la calidad de vida.
A pesar de ello, ha sido en fechas recientes que se le ha dado mayor valor a este vínculo, gracias a investigaciones como las realizadas en Holanda y Estados Unidos, las cuales han demostrado que el estrés continuo desencadena la liberación de sustancias en el sistema nervioso que, a su vez, modifican la química corporal y provocan, por ejemplo, empeoramiento del acné (erupciones cutáneas por obstrucción de glándulas sebáceas) o pérdida de cabello en zonas circulares (alopecia areata).
Afirmaciones parecidas pueden hacerse respecto a la psoriasis (irritación, descamación y enrojecimiento en regiones delimitadas) y, sobre todo, al vitiligo, enfermedad que se caracteriza por la aparición de manchas blancas en la piel, y de la que muchos pacientes reportan recaídas durante momentos de ansiedad, como época de exámenes, mudanza, divorcio, salida de los hijos de casa o antesala de alguna intervención quirúrgica.
Y en efecto, aunque este padecimiento también influye en el ánimo del paciente debido a que cambia su apariencia, por fortuna se han desarrollado tratamientos farmacológicos adecuados que ayudan a normalizar el aspecto de la piel de manera evidente, además de que es posible contar con el apoyo de personal especializado en novedosa rama de la Medicina que atiende la relación entre emociones y salud cutánea, llamada Psicodermatología.
Más común de lo que parece
Los expertos dedicados a dicha disciplina enfatizan que dicha relación es más común de lo que imaginamos; así, está comprobado que en época de crisis la gente pierde cabello, y que después de momentos de gran tensión hay quienes presentan erupciones (granitos), mientras, en contraparte, el amor puede desencadenar reconfortante rubor, y quien mantiene buenas relaciones personales luce, en general, aspecto jovial.
La piel habla de nuestras angustias y alegrías más de lo que creemos.
En este sentido, es frecuente observar que la relación entre emociones y vitiligo tiene como consecuencia un cambio en la percepción del paciente sobre sí mismo (lo cual influye en su convivencia) e, incluso, la intensificación de los síntomas.
Respecto al primer punto podemos decir que es común observar que cambie la actitud del individuo ante situaciones cotidianas, y lo que solía ser un acto simple, como ducharse en el gimnasio, usar escote o ponerse pantalón corto o falda, se transforma en algo incómodo. Así pues, un niño puede sentir vergüenza cuando va a la escuela, un adolescente presenta cierta inseguridad al buscar pareja, y un adulto experimenta angustia al momento de solicitar empleo.
Por lo que toca al segundo aspecto, la Psicodermatología destaca que a veces el paciente sobrevalora su condición, de modo que además de invertir mucho tiempo y dinero para tratar de mantener al vitiligo bajo control (a veces recurriendo a remedios ofrecidos por charlatanes), es muy probable que viva en angustia continua, misma que hará que las zonas despigmentadas de la piel se extiendan y generen aún más ansiedad, dando lugar a un círculo vicioso.
Ante esta situación, la buena noticia es que la ciencia médica no se ha quedado con los brazos cruzados; por el contrario, ha acumulado la experiencia necesaria para brindar alternativas de tratamiento que ofrecen a los afectados no sólo esperanza, sino soluciones reales y concretas.
¿Cómo actuar?
En este contexto resulta evidente que el tratamiento del vitiligo se enfoca a diversos aspectos de la vida del paciente y que le ayudará a mejorar tanto los problemas anímicos que enfrenta como los síntomas propios de la enfermedad.
Así, es aconsejable que un experto en Dermatología contribuya a que el paciente conozca mejor su enfermedad, haciendo a un lado rumores y supersticiones con ayuda de información médica y científica, y a continuación le brinde herramientas para modificar aquellos patrones de conducta que le parezcan poco satisfactorios.
Para tal fin es importante que el especialista ayude al individuo a observarse como ser integral, con emociones, ideas propias y capacidad de cumplir metas, erradicando de paso prejuicios sociales y descalificaciones.
Por otra parte, se puede recurrir a fármacos de aplicación cutánea (corticoides, que deben emplearse durante breves periodos), tratamientos de administración oral (psoralenos) o exposición controlada a rayos ultravioleta para mejorar la apariencia de la piel.
El desarrollo más reciente y novedoso para la atención del vitiligo es un producto que en su fórmula combina SOD (superóxido dismutasa) y catalasa, que ha mostrado su utilidad al lograr importantes índices de repigmentación, llegando a ser del 100% en muchos casos. Para recibir mayor información sobre este tratamiento, consulta al dermatólogo.
Dr. Arnulfo Mateo (Hijo)
Medico Internista y Psiquiatra
CENTRO MEDICO ANACAONA
Tel. 809-557-4714/ Cel. 809-480-0908
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