Hace ya algún tiempo me enviaron el siguiente e-mail: «Lee esta pregunta e intenta encontrar una respuesta, y después mira el resultado final. No es una pregunta trampa. Ten en cuenta que ninguna frase tiene doble sentido.
Una mujer, mientras asistía al funeral de su madre, vio a un hombre que no conocía. Pensó que era el hombre de su vida, tanto que se enamoró de él en aquel momento, pero no le pidió ni nombre ni teléfono y ya no pudo verlo de nuevo. Unos días más tarde, esta mujer mató a su hermana. ¿Por qué cometió este asesinato?»
Estuve dándole vueltas al texto durante unos segundos, al cabo de los cuales llegué a la conclusión de que era probable que el desconocido fuese el novio de su hermana. ¿Qué otra explicación podía haber?
Cuando miré la respuesta me quedé atónito: «Al cometer el asesinato la mujer esperaba que el hombre apareciera de nuevo en el funeral de su hermana». La respuesta era sorprendente, tan sólo podía ser de un psicópata.
Un cerebro diferente
El cerebro de los psicópatas despierta al menos curiosidad. El séptimo arte se ha encargado de mostrarnos cómo actúa un psicópata. Seguro que a más de uno se le paralizó la respiración durante unas décimas de segundo con Hannibal Lecter, Norman Bates, John Doe o Alex Delarge. Ahora bien, ¿su cerebro es diferente al nuestro? Los científicos lo tienen meridianamente claro, es distinto tanto desde un punto de vista estructural como biológico.
Un grupo de científicos del Instituto de Psiquiatría del Kings College de Londres ha comprobado que el cerebro de los psicópatas muestra menor actividad eléctrica en ciertas áreas cerebrales, aquellas que se encargan de evaluar las emociones a las expresiones faciales. Para llegar a esta conclusión realizaron un estudio en el que mostraban a seis psicópatas y a nueve individuos sanos imágenes de rostros con distintas emociones. La actividad cerebral de todos los participantes se incrementó en aquellas áreas que se encuentran involucradas en el procesamientos de expresiones cuando se les mostraba caras felices, en contraste con rostros neutrales, si bien, esta actividad fue menor en el grupo de los psicópatas.
Las diferencias se hicieron más llamativas entre los dos grupos del estudio cuando se les mostraron rostros atemorizados. Las personas sanas incrementaron la actividad cerebral mientras que los psicópatas tuvieron una disminución de la misma.
En otro estudio se analizó mediante resonancia magnética el cerebro de criminales psicópatas condenados por homicidio, violación con estrangulación o intento de asesinato. Los investigadores observaron que había ciertas alteraciones estructurales, especialmente en dos zonas, en el fascículo uncinado, que conecta con la amígdala –una zona relacionada con las emociones y el miedo- y la corteza orbitofrontal, que se encarga de la toma de decisiones.
Alteraciones en los circuitos de recompensa
Los psicópatas llevan a cabo acciones que les proporcionen satisfacción sin tener en cuenta los daños sobre terceros y los peligros que se puedan derivar de sus acciones. Esto hace que este grupo de personas interactúe con otras como si se tratase de simples objetos. Su cerebro tiene alterado el sistema de recompensa, más concretamente, tienen una hiperreacción ante la dopamina, es decir, la sensación de placer que tiene cuando se libera esta sustancia es mayor que en un cerebro normal. Esta alteración bioquímica es la que les impulsa a buscar a tener una recompensa a toda costa.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que no todos los psicópatas son asesinos en serie. Su alteración cognitiva no les lleva necesariamente a cometer el mal, lo que sí hacen es actuar en su propio beneficio. Para conseguirlo tienen determinadas cualidades que les ayudan a obtenerlo, en general, son inteligentes, encantadores, capaces de superar situaciones de estrés sin marcado nerviosismo, muestran dificultades para aprender de la experiencia y suelen tener una vida sexual poco estable e impersonal.
Dr. Arnulfo Mateo HijoMédico Internista y Psiquiatra
Centro Medico Anacaona, CMA
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