La depresión constituye un reto para la salud pública, ya que su prevalencia es muy alta, el número de personas que la sufren a lo largo de su vida se sitúa hasta el 15%.
Son 350 millones de personas que sufren depresión en el mundo. Según la OMS, en la actualidad, la depresión es la principal causa de discapacidad en todo el mundo. En Europa, representa más del 7% de la mortalidad prematura.
En España, el riesgo de que la población general desarrolle, al menos, un episodio de depresión grave a lo largo de la vida es casi el doble en mujeres (16,5%) que en hombres (8,9%).
Diferentes trabajos publicados cifran en un 50% los trastornos depresivos que no reciben tratamiento o no el adecuado (psicofármacos o psicoterapia o combinación).
En estudios españoles como el estudio SCREEN los trastornos depresivos se encontrarían en cerca del 20% de los pacientes atendidos en Atención Primaria.
Hasta el 43% de los pacientes abandona el tratamiento y otro porcentaje importante no lo cumple como le ha sido prescrito.
Los datos señalan que cada episodio depresivo incrementa la probabilidad de una recaída posterior. Aproximadamente, un 60% de los pacientes que ha sufrido un episodio depresivo presenta al menos una recurrencia a lo largo de su vida.
Los síntomas nucleares de la depresión son la tristeza patológica, la pérdida de interés o placer en casi todas las cosas y una disminución de la vitalidad.
Además, pueden aparecer otros síntomas, como los sentimientos de culpa o de incapacidad, la irritabilidad, el pesimismo ante el futuro, las ideas de muerte o de suicidio, la pérdida de confianza en uno mismo o en los demás, la disminución de la concentración y la memoria, la intranquilidad, los trastornos del sueño y la disminución del apetito y de la libido, entre otros.
Los síntomas cognitivos como los problemas de concentración, falta de atención, dificultad para encontrar las palabras, enlentecimiento mental y dificultad en la toma de decisiones son algunos de los síntomas persistentes más comúnmente referidos en la depresión, incluso en pacientes con criterios de respuesta al tratamiento o remisión.
Además, los síntomas cognitivos se asocian a una peor evolución del paciente y a un aumento de la carga clínica y económica. Conviene recordar que tristeza o melancolía no son sinónimos de depresión.
Los períodos de tristeza o melancolía son inherentes a la experiencia humana. La tristeza es un sentimiento normal, pero puede llegar a ser patológica en función de su duración, intensidad y grado de interferencia en la conducta y la vida cotidiana de la persona.
Según la OCDE, las enfermedades mentales, como la depresión, cuestan a los países miembros hasta un 4% del PIB. El coste de la depresión en la Unión Europea se ha estimado en más de 92.000 millones de euros en 2010.
La mayoría de los costes son indirectos, 54.000 millones de euros, tales como pérdida de productividad laboral, bajas por enfermedad y jubilación anticipada. La pérdida de productividad provocada por el absentismo y presentismo representa en torno al 50% de todos los costes relacionados con la depresión.
En España, el impacto económico de la depresión es aún más importante cuando los episodios se hacen recurrentes y además, varía según la respuesta del paciente al tratamiento recibido.
Entre las consecuencias derivadas de la depresión se encuentran el incremento en la morbilidad y mortalidad; el riesgo de suicidio; la discapacidad prolongada y el deterioro funcional y social; y la carga económica.Los pacientes con depresión tienen un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares (accidente cerebrovascular e infarto agudo de miocardio), diabetes, otros trastornos psiquiátricos y ser consumidores de drogas.
Según los datos de la Encuesta Nacional de Salud (ENSE) 2011-2012, el 68,4% del total de enfermos con depresión y/o ansiedad percibe su estado de salud entre regular y muy malo (33,7% en el resto de enfermos crónicos, y 28,1% de la población total española). De hecho, la morbi-mortalidad por otras causas (especialmente oncológicas y cardiovasculares) es superior a la de la población general.
El suicidio se relaciona con una gran variedad de trastornos mentales graves y, en el caso de la depresión, el riesgo es 21 veces superior a la población general.
La tasa de prevalencia del suicidio en España está en el entorno del 6,5-7 por 100.000 habitantes. Esto significa cerca de 10 muertes por suicidio cada día, la primera causa de muerte no natural.Además, la depresión está asociada a un nivel significativo de discapacidad, con implicaciones sustanciales en la calidad de vida de estos pacientes y en su entorno familiar, laboral y social.
Según un estudio de la OMS, las tasas de discapacidad asociadas con la depresión son aún mayores que las producidas por otras enfermedades crónicas como la hipertensión, diabetes, artritis y el dolor de espalda y en el grupo de edad de 15 a 44 años, la depresión es la primera causa de discapacidad en el mundo, medida en Años de Vida vividos con Discapacidad (AVD). Para finalizar es importante mencionar que en España, se ha estimado que la depresión provoca una discapacidad funcional completa de 47 días al año en promedio y una discapacidad funcional parcial de 60 días al año.
Dr. Arnulfo V. Mateo Mateo
Médico Internista y Psiquiatra
Centro Médico Anacaona/ Centro Médico Herrera
San Juan de la Maguana y Santo Domingo
Cels. 809-480-0908/ 809-693-7309.
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