La relación entre neurología y psicología, entre las bases físicas de la conciencia y los comportamientos individuales y sociales, ha tenido una historia larga y problemática. En el siglo XIX, la psiquiatría buscaba el origen de las enfermedades mentales en una base física o fisiológica; luego de los adelantos de la psicología profunda y el psicoanálisis, así como las tecnologías de la subjetividad, la distancia entre cuerpo y mente, neurología y enfermedad mental pareció ensancharse. Los adelantos en la investigación de enfermedades autoinmunes, sin embargo, podrían dar nueva luz acerca de las sombras que habitan nuestros cuerpos y mentes y que desconocen la diferencia artificial entre ellas, una diferencia racional muy peligrosa que produce equívocos en cuanto a diagnóstico y tratamiento.
Científicos como Josep Dalmau, neurólogo de la Universidad de Pensilvania, han tratado de entender la conexión entre síntomas tratados tradicionalmente como enfermedades mentales y enfermedades del sistema autoinmune. Por años se creía que el cerebro no participaba de los problemas del sistema autoinmune y Dalmau, entre otros, ha sido pionero planteando las conexiones entre ellos.
Por ejemplo, existen casos de lupus, enfermedad de Parkinson, epilepsias, demencias, entre muchas otras, que pueden beneficiarse de tratamientos del sistema autoinmune cuando otros fármacos no funcionan. Heather Van Mater, reumatóloga pediátrica de la Universidad de Duke, ha cuidado pacientes que llegaron con severos síntomas de psicosis, sólo para identificar que el tratamiento autoinmune permite que el cuerpo deje de atacarse a sí mismo y, por lo tanto, que la mente se despeje y recupere sus funciones “normales”.
Robert Yolken, de la Universidad Johns Hopkins, estima que hasta 1/3 de los casos de esquizofrenia muestra signos de origen autoinmune; el factor genético a menudo observado en familias donde está presente esta condición está llevando a investigar otros factores, como la obesidad o el tabaquismo, en el desencadenamiento de los síntomas.
Por otra parte, se ha observado que muchos pacientes que tienen depresión también muestran inflamaciones sistémicas en la sangre producidas por vía autoinmune. Esto quiere decir que el sistema de defensa del cuerpo se activó tal vez a causa de una mala dieta, estrés crónico o traumatismo severo. Existen investigaciones actuales que tratan de probar que la depresión podría tener más que ver con una respuesta del cuerpo ante una posible amenaza física —por lo que actúa como si estuviera enfermo, disminuyendo la actividad del cuerpo y buscando descanso, que podría aliviarse en tanto síntoma si se consiguiera determinar el verdadero origen fisiológico, no psicológico.
En 2013, científicos de la Universidad Emory administraron un tratamiento de infliximab (un inmunosupresor) a pacientes diagnosticados con depresión que mostraban inflamación autoinmune; estudios similares han encontrado que la aspirina, una de las drogas más comunes que hay, puede contribuir a la terapia de la esquizofrenia al ayudar al sistema autoinmune a atacar la verdadera causa de los síntomas. La relación neurología-psicología se encuentra en un momento muy interesante, un umbral donde la enfermedad mental deja de ser achacada —como antes del siglo XIX— a factores como la religión o la moral, y donde ahora puede ser vista como un síntoma más entre otros de desórdenes inmunológicos. Más que una nueva cura o procedimiento, lo que está cambiando es la comprensión del cuerpo y la mente como un contínuum que se comunica más allá de lo que nuestros actuales métodos o patrones de investigación nos permiten corroborar.
Dr. Arnulfo V. Mateo Mateo
Médico Internista y Psiquiatra
Cels. 809-480-0908/ 809-693-7309
Centro Médico Anacaona/ Centro Médico Herrera
San Juan de la Maguana/ Santo Domingo
Fuente: www.pijamasurf.com
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